martes, 16 de febrero de 2010

Metamos todo el oceano en un agujero ...


Me viene a la memoria esta bella enseñanza que de muy pequeño me encandiló y marcó mi corazón cuando en las catequesis de Don Jorge -que Dios lo tenga en su Gloria- me la hizo descubrir y que quiero compartir con todos mis hermanos/as, le sucedió a San Agustín, Obispo de la ciudad de Hipona entre los años 395 y 439.

Hipona está al norte de lo que ahora es Argelia; entonces era una provincia romano-africana de Numidia.

Una mañana de un buen día estaba él paseando por la playa dando vueltas al misterio de la TRINIDAD. Trataba de entenderlo. Sumido en sus cavilaciones iba y venía por la orilla, ensimismado... pretendiendo comprender, con su mente racionalista, cómo era posible que tres Personas diferentes -Padre, Hijo y Espíritu Santo- pudieran constituir un único Dios.
Pasaban las horas, pero no lograba avanzar en su compresión. No encontraba palabras humanas para expresar la realidad de Dios uno y trino.

Cuentan que en un momento dado observó -sin darle demasiada importancia- que llegaba un niño que se puso a jugar cerca de él. El pequeño hizo un agujero no muy grande en la arena, corría hacía el mar y recogía un poquito de agua en una concha marina. Después regresaba corriendo a verter el líquido en el hueco, repitiendo esto una y otra vez.
Al poco rato, San Agustín se percató de lo que hacía el niño, le prestó atención muy extrañado, hasta que decidió acercarse hasta él y le preguntó:
.-"¿Qué haces, niño?".
A lo que el chiquillo constestó sonriente:
.- "Quiero meter el océano en mi hoyo".
El buenon de San Agustín, con un aire racional y paternalista, le respondió a su vez:
.- "Eso es imposible".
Entonces el niño le dijo:
.- "Pues eso es lo que estás pretendiendo hacer tú, que pretendes meter en una mente finita el misterio de Dios".
Y al momento, el niño desapareció de escena. San Agustín comprendió.
Historia publicada por el amigo Fotelias del blog Por la vida y nada mas que por la vida.
Amigo, siempre de pie en nuestra lucha a favor de la vida.

No hay comentarios: